El análisis de un cráneo fósil de un Homo sapiens de hace 100 mil años, descubierto en China, ayuda a contar una historia de contacto e interconexiones entre diferentes especies y poblaciones humanas. Algo que los últimos estudios paleogenéticos ya están asentando cada vez más fuerte desde hace al menos unos dos años.
Se trata de un cráneo de Homo sapiens arcaico descubierto en Xujiayao, China, que según un estudio publicado en PNAS, tendría una característica que hasta la fecha se creía que era única de los neandertales. Una formación del oído interno que hasta la fecha, si se encontraba en algún fósil, ese fósil debía ser neandertal, ya que no se había visto en nuestra propia especie.
“Este descubrimiento cuestiona un conjunto de escenarios de la dispersión e interconexión de poblaciones humanas del Pleistoceno tardío basadas en rastrear características anatómicas y genéticas aisladas de fósiles fragmentarios”, dice Erik Trinkaus, paleoantropólogo estadounidense experto en neandertales y uno de los autores del estudio.
“Sugiere, en vez, que la última fase de la evolución humana fue más parecido a un laberinto biológico de pueblos que lo que sugerirían simples líneas en un mapa”, agrega.
Trinkaus fue uno de los pocos que desde hace décadas siempre defendió una relación cercana entre las especies humanas que convivieron en tiempo y espacio en Europa y Asia, que antes se creía que sólo eran Homo neanderthalensis y Homo sapiens, pero ahora se sabe que podría haber más grupos, uno de ellos los apodados denisovanos, que por ahora sólo se conocen por análisis genéticos de fragmentos de huesos.
En el estudio se hizo una tomografía computada de un cráneo bastante completo que se había descubierto en China en los años 1970s. Los autores esperaban poder analizar el llamado laberinto temporal de un Homo sapiens antiguo, y se sorprendieron al ver que era igual al de los neandertales de esa misma época, ya que en humanos actuales es diferente.
En los cráneos de primates y mamíferos en general, se conservan los canales semicirculares que son remanentes de un sistema de canales que están llenos de fluidos, y sirven para ayudar a mantener el equilibrio y el balance cuando uno cambia de orientación rápido, como por ejemplo cuando estamos corriendo, o nos agachamos, o giramos la cabeza de un lado a otro.
Desde que se aplicaron las tomografías computadas a todos los cráneos conocidos de los neandertales, en los años 1990s, se descubrió que todos ellos tenían una particular disposición de esos canales semicirculares del laberinto temporal.
Así fue que si se descubría esa disposición, se aseguraba que ese fósil era un neandertal. Pero ahora eso se pone en duda, ya que se encontró una disposición idéntica en un cráneo de una especie diferente, un Homo sapiens. En nuestra especie, esa disposición es diferente, y es muy similar a la del Homo erectus, o sea una especie más antigua y ancestral tanto de H. sapiens, como de los neandertales. Son los neandertales los que han evolucionado con una disposición diferente, y al parecer, no sólo ellos.
“Esto muestra”, dice Trinkaus, “que las poblaciones humanas en el mundo real no actúan en patrones simples y bellos. Este estudio demuestra, que uno no puede basarse en un único rasgo anatómico o una única pieza de ADN, como la base de conjeturas sobre migraciones de especies hominidas”.