Para conocer la habilidad de nuestros antepasados homínidos con las herramientas es vital poder contar con fósiles de manos, que suelen ser descubrimientos muy poco habituales. Existen dos fósiles completos de manos antiguas, la de Ardipithecus ramidus y Australopithecus sediba, con 4,4 millones de años la primera, y 1,8 la segunda. Luego otra parcial de Australopithecus afarensis, de la famosa Lucy, con 3,7 millones de años, y paremos de contar.
Un período clave para conocer los cambios evolutivos en la mano hábil que heredamos los humanos es el que va de 1,8 millones de años hasta hace unos 800 mil, época en que aparece la capacidad de modificar rocas y transformarlas en herramientas. Lo que los expertos llaman tecnología achelense.
Los humanos más recientes, es decir de unos 400 mil años para acá, comparten una mano hábil con una configuración especial del dedo gordo, la muñeca y las junturas del metacarpo que no se ven en las manos de las que hablábamos antes.
Recordemos que nuestra propia especie, Homo sapiens, se originó hace unos 200 mil años en África, pero no era la única especie humana, compartió espacio y tiempo con muchas otras, como los neandertales o los denisovanos, como ya hemos visto en SinapSit muchas veces.
También tengamos en cuenta que los humanos y sus antepasados homínidos son los únicos entre los primates, y los demás animales, en contar con manos tan complejas que permitían y permiten manipulación de objetos con precisión.
Al parecer, esa característica típica de la mano humana se puede llevar hasta los Homo erectus. Se acaba de anunciar en PNAS, el descubrimiento de un fragmento de mano de 1,42 millones de años, en el oeste de Turkana, Kenya.
Este fragmento fósil confirma que ya en aquella época se daba una de las características más distintivas de la mano humana, el llamado proceso de apófisis estiloide del tercer metacarpiano, una parte de la configuración de la muñeca.
Hasta la fecha, la mano humana con este tipo de configuración más antigua que se conocía era de la Sima de los Huesos, en Atapuerca, España, y tiene unos 800.000 años.
Los chimpancés, gorilas y orangutanes utilizan sus manos a modo de gancho para colgarse de las ramas de los árboles y de la misma forma, tienen un pulgar corto que no utilizan para moverse.
Muchas teorías clásicas apuntaban a que el ancestro del grupo de los homínidos debía tener una mano larga como la de estos primates y que, con el tiempo, los humanos habríamos reducido la longitud de nuestras manos para poder manipular objetos de una forma más precisa y ser capaces, por ejemplo, de fabricar herramientas.
En cambio, Pierolapithecus, primate que habitaba lo que hoy es Catalunya hace unos 12 millones de años, muestra que la mano de los primeros homínidos era corta y con un pulgar relativamente largo que serviría para desplazarse a cuatro patas por encima de las ramas agarrándose de forma segura en lugar de colgarse. De allí partió el camino evolutivo hacia nuestra mano hábil.
Fuentes: PNAS, ScienceDaily, Livasperiklis